A la entrada de los montes gemelos, llamados asi por estar divididos por un larguísimo desfiladero, oscuro y profundo, de aproximadamente 120 km, se encontró con los hombres escorpiones, fieles guardianes del desfiladero, llamados “los guardianes del sol”. Estos intentan disuadir a Gilgamesh de que siga el viaje y vuelva, pero ante la decidida actitud de Gilgamesh y sabedores de que era en 2/3 dios y en 1/3 hombre, deciden dejarle pasar y desearle un buen fin.
El interior del desfiladero era de una oscuridad casi absoluta, Gilgamesh caminaba sin ver nada, haciendo la situación mucho más angustiosa. Tras 80 km cayo en el desánimo y a punto estubo de volver, sólo su fuerte voluntad le hizo continuar. A los 90 km sintió, aún en completa oscuridad, un viento frio en el rostro, esto le dió esperanzas y ánimo para continuar. A los 110 km empezó a clarear y la luz del día se abrió camino. A los 120 km llegó al final del desfiladero y se encontro con un inmenso jardín, “el jardín de las piedras preciosas”, con múltiples árboles, muchos de ellos hoy desconocidos.
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